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Por Carlos Mota Galván

El futuro pertenece a aquellos que creen en la belleza de sus sueños

Es difícil precisar de qué tamaño será la manifestación convocada por la generación Z el próximo sábado, para protestar ante la situación política, económica y de seguridad que vive México actualmente, pero si tuviéramos que hacerlo, y sólo partiendo de las acciones implementadas por el gobierno para protegerse, diríamos que la marea se les vino encima y sus efectos apuntan a una catástrofe cuatrotera.

Amurallar Palacio Nacional, residencia virreinal morenista, utilizar a sus porros de la CNTE una vez más, para tratar de boicotear una marcha ciudadana, permitiéndoles ocupar una parte del zócalo capitalino para que sirvan de barrera adicional entre los jóvenes apartidistas y las autoridades que dicen servir a la población, es estar rayando ya francamente en la paranoia.

Esos jóvenes a los que en un inicio los catalogaban como inexistentes o bots y conforme sus servicios de inteligencia comprobaban que no lo eran, ahora se les etiqueta como “borregos”, asegurando estar manipulados por políticos de oposición, llamando incluso a investigarlos y denunciarlos, por lo que seguramente muy pronto el villano favorito de los morenistas, Calderón, saldrá una vez más como el promotor de esta marcha.

Esta incapacidad de reconocer sus errores, o complicidad, si resultan ciertas las imputaciones en su contra, les impiden hacer un diagnóstico serio del momento que están viviendo y solo atinan a buscar desacreditar a todo aquel que les cuestione antes que ir a fondo para desarticular intereses y hacer efectivo su pretendido combate a quienes han puesto en jaque la paz social de nuestro país.

Sin saber aún la dimensión del alcance que tendrá esta protesta, no podemos echar en saco roto los resultados que la generación Z ha obtenido en otros países, como en Bangladesh, Madagascar, Nepal y Perú, luego de levantarse en contra de gobiernos corruptos que con su indiferencia provocaron muchos males a sus pobladores.

Lo dijimos en este mismo espacio hace unos días, los crímenes contra Bernardo Bravo, líder limonero y sobre todo el asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, fueron las gotas que derramaron el vaso, muchos ciudadanos se descubrieron desde ese día con un hartazgo creciente ante tanta inseguridad.

Parece que estos hechos abrieron por fin los ojos a una sociedad que empieza a dimensionar la brutalidad a la que nuestras autoridades nos han entregado, a un crimen organizado, sin que hagan o quieran hacer algo por evitarlo; su ayuda electorera les es más importante que auxiliar a sus electores.

La exigencia de respuestas concretas y adecuaciones a las políticas propuestas por la “4a. transformación”, ahora pudieran encontrar un importante vocero en esta figura, la generación z o centenials, una forma de exigencia de cambio apartidista, pero crítica, por parte de jóvenes nacidos entre 1997 y 2012, que habiendo crecido en un mundo dominado por la tecnología digital, el internet y los dispositivos móviles, accedieron a fuentes de información desde edades muy tempranas y por ello además de informados tienden a involucrarse en temas de igualdad, libertad y justicia con mayor prontitud que otras generaciones.

El cambio de rumbo es urgente mientras tengamos país, hay que entender que el modelo impuesto por Morena en realidad nunca fue concebido ni perfilado para hacer una transformación real del México que les tocó gobernar , sino más bien fue hecho para sustituir a quién eligiera a aquellos que serían los nuevos beneficiados, valiéndose de las políticas más arcaicas de sus antecesores y socavando nuestra incipiente democracia para instaurar un autoritarismo de estado que pudiera sortear cualquier contratiempo.

Desde esta perspectiva jamás imaginaron que al tirar tanto de la cuerda, el hilo se les enredaría y que
ahora un puñado de jóvenes pretendiera cuestionarlos, desnudando sin ambages sus malas decisiones para acabar con una violencia que cada vez es más poderosa y que parece enquistarse en nuestra sociedad, sin que ninguna autoridad pueda o quiera imponerles un freno.

La marcha del fin de semana promete ser muy nutrida, reiteradamente los organizadores mencionan que será pacífica que ningún transeúnte o comerciante debe temer por su propiedad pues todos actuarán cívicamente, que no aceptarán enmascarados que pretendan infiltrarse en ella e invitaron a medios nacionales e internacionales para que den cuenta de su desarrollo.

Todo está por definirse ahora, pero una cosa es segura, nada volverá a ser igual de aquí en adelante.

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