Cultura Impar: Migración, segundo problema mundial más difícil después de las drogas
José Manuel Rueda Smithers
Migrante labrador de sueños ¿Qué termina? ¿Qué comienza? Vamos cerrando caminos,
abriendo nuevos rumbos, Son enigmas palpitantes, esplendor divisado.
Poema Al Migrante de Pedro Lima, Paraguay
Hay temas que llaman la atención en el mundo y que pocas soluciones encuentran por parte de los gobiernos, más por cuestiones políticas que humanitarias. La migración es una de ellas. Hoy la cuestión está en que las personas que deciden abandonar sus lugares de residencia, ahora lo hacen masivamente, primero engañados por los traficantes que sólo les sacan su dinero, luego también bajo la creencia de que por humanismo se les permitirá el libre paso de una nación a otra, cobijados en el espejismo de que los medios (y su mucho desconocimiento) dan cuenta de la situación y que por ende todos lo entienden. Expertos y analistas consideran que el número de migrantes internacionales (personas que residen –o buscan residir- en un país distinto al de nacimiento) ya es superior a los 282 millones en todo el mundo -48% de mujeres- frente a los 258 millones de 2017. Hoy son 164 millones de trabajadores migrantes. Asimismo, se estima que hay 38 millones de niños migrando por el mundo, solos, sin protección, sin mucha esperanza y presas fáciles de los traficantes. Un dato abrumador: Europa (50 países) acoge a 87 millones de personas y Asia (52 naciones) a 86 millones. América del Norte (principalmente Estados Unidos), tiene casi 59 millones de migrantes internacionales. De ahí la importancia por encontrar y proponer soluciones reales a un problema que crece día a día. Otra impactante cifra: la ONU menciona que son 740 millones de personas que migran y nunca logran cruzar fronteras internacionales en sus países de origen. También hay datos curiosos: en los Emiratos Árabes Unidos, más del 88% de la población son migrantes internacionales. Aunque ahí el nivel de vida es muy alto, lo cierto es que las personas migrantes son poco tomadas en cuenta, sufren mucho racismo y generalmente sólo se les permite hacer aquello por lo que trabajan. La muy atacada Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible, captó ahora el tema de la contribución de la migración al desarrollo, pues 11 de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) contienen metas e indicadores que son pertinentes para la migración o el desplazamiento. El principio básico de la Agenda es «no dejar a nadie atrás” y esto incluye a los migrantes. El punto es pensar cómo atender a esos millones de personas que –por la razón que se quiera- literalmente huyen de sus zonas de origen para buscar mejores opciones de supervivencia, de trabajo o al menos de un poco más de bienestar del que tienen. Tal vez los tomadores de decisión deban proponer cosas que sí convengan a los países receptores (Italia, España, Estados Unidos, México, Francia, etc.), de tal manera que en aquellas ciudades que cuenten con oficinas y consulados tanto de la propia ONU como de la nación expulsora, generen fuentes eventuales de empleo que permitan a trabajadores y familias migrantes, hacer cuestiones de autogestión –ya sea de agricultura, maquiladoras, servicios, y muchos más), con los que el país receptor o de paso (según se trate) obtenga algún ingreso no para desalentarlos, sino para hacer menos conflictiva la espera en tanto logren o no su residencia en donde quieran establecerse. Hoy, los problemas sociales crecen en los Centros Temporales de Migrantes por todo el mundo. El hacinamiento, la falta de servicios y la desesperación cobran ya sus facturas y los gobiernos no saben cómo controlar ese fenómeno más que reprimiendo. Deben trabajar en serio sobre soluciones positivas, que las hay.
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