“Árbol que nace torcido, jamás su tronco endereza”
Refrán popular

Carlos Mota Galván / @CarlosMotaG

Como si se tratara de un guion que bien pudieran dirigir Robert Rodríguez o Edward Zwick o aún el mismo Quentin Tarantino, pobladores de diversos puntos de Culiacán, Sinaloa, pasaron la madrugada del viernes 22 de un sueño placentero a la peor pesadilla de sus vidas, luego de que un grupo de narcos entraron a sus casas para secuestrar a hombres, mujeres y niños y llevarlos consigo sin que hasta el momento se conozcan el porqué y donde los mantuvieron retenidos.

El gobierno estatal reconoció finalmente que 66 personas fueron las “levantadas” a tan solo 2 días de un enfrentamiento en la sierra de Badiraguato, cuna del “Chapo” Guzmán, entre dos grupos de criminales antagónicos sin que ninguno de los secuestrados guarde relación alguna con este desaguisado, y esto parece corroborarse ante el hecho de que 58 ya fueron liberados y regresaron a sus hogares sin haber interpuesto denuncia alguna o comenten lo sucedido. Su silencio es tan grande, como el miedo que están viviendo.

Hasta el momento de redactar estas líneas aún faltan ocho personas por ser localizadas pero el hermetismo es tan grande que difícilmente alguien se atreve en estos momentos a hablar al respecto. No obstante, existe un adagio en comunicación que afirma que los vacíos informativos en realidad no existen pues dichos espacios se llenan inmediatamente aún con rumores por lo que, con esta cerrazón de las autoridades, solo conseguirán que aumenten las especulaciones al respecto.

Por lo pronto, este suceso los agarró con los dedos en la puerta y solo machucones han conseguido. El gobernador Rubén Rocha Moya emitió inicialmente la desafortunada frase que lo pinta de cuerpo entero: “No tengan miedo, son cosas que suceden”, después, a su negativa a pedir ayuda a la Federación bajo el argumento de que ellos podían solitos, tuvo que tragarse sus palabras y agradecer unas horas después, cuando el Gobierno Federal, obligado por las circunstancias, tuvo que mandar 600 elementos y un batallón de Guardia Nacional a intentar controlar este desastre.

Pero faltaba la cereza del pastel, Rocha Moya hizo un llamado a turistas y lugareños a “disfrutar de las vacaciones de Semana Santa en su estado, pues él los cuidará”, promete. Por cierto, estas vacaciones de Semana Santa inician con masacres y enfrentamientos entre cárteles en Chiapas (balacera deja un muerto y dos heridos según datos oficiales, además de vehículos incendiados), San Luis Potosí (5 cadáveres tirados frente al palacio municipal), Tabasco (6 jóvenes torturados, uno decapitado) y Jalisco (4 hombres y una mujer asesinados y abandonados en la carretera).

La normalización de la violencia es lo peor que como pueblo nos puede pasar y peor aún estar a expensas de lo que decidan hacer los delincuentes con las vidas de cualquier ciudadano. Ellos deciden a quién levantar, a quién asesinar, o dejar en libertad si así les place. Pese al despliegue de fuerzas especiales asignadas al hecho, todo parece indicar que ellos, los raptores, fueron quienes decidieron soltar a sus víctimas. ¿Por qué lo hicieron? ¿Quién lo ordenó? ¿Qué ganan con este hecho? Nadie en este momento puede tener la respuesta, salvo ellos, o quien les permite seguir operando con total impunidad.

Por lo pronto la única justificación que esgrimen las autoridades es que solo se trata de una confrontación de bandas, un ajuste de cuentas interno, aunque eso sí, ahora no pueden argumentar que ello no afecta a la población de esos lugares o qué, esas niñas y niños secuestrados también forman parte de esa red de delincuentes que cada vez se hacen más fuertes en diversas partes del país. ¿Los abrazos seguirán siendo la mejor opción para desarticular la violencia? En el corto plazo no se avizora que las autoridades vayan a cambiar de “estrategia” ¿la indolencia y el miedo seguirán operando a su favor?

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