Coincidencias o causalidades, la administración gubernamental del Estado de México inició un proceso de transición en medio de lo que se percibe como un incremento en la ola de violencia de la entidad, a una baja en la capacidad adquisitiva de las familias y a un futuro próximo sin agua

J. Israel Martínez Macedo

El tiempo no se detiene y en el Estado de México esto significa que el momento de cambio en el gobierno se acerca rápidamente. Pese a los intentos del priísmo nacional para retrasar la transición, el Tribunal Electoral del Estado de México (TEEM) resolvió las impugnaciones (que en nada afectaban el resultado original) y cumplido el trámite, la ganadora de la elección Delfina Gómez Álvarez se convirtió en gobernadora electa.

Para muchas personas el acto pasó desapercibido. Pese a la presencia de seguidores en el Instituto Electoral del Estado de México (IEEM), un evento en sábado significa que lo que sea que haya ocurrido aparecerá en las portadas de un par de diarios el domingo, cuando casi nadie los lee, y no estará en los noticieros hasta el lunes; aún si se trata de un hecho histórico como la entrega de la constancia de mayoría a quien será la primera gobernadora de la entidad.

El reloj no detuvo su marcha y nos dio un golpe de realidad. El domingo hubo cuatro ejecuciones en Ixtapaluca, el lunes se registró el multihomicidio de nueve personas con incendio provocado incluido en la Central de Abastos de Toluca mientras que en Tecámac encontraron tres cuerpos en un inmueble en el que presuntamente se vendía droga.

La delincuencia no se detiene, no conoce o mejor dicho no le importa la política. Sus actividades continúan y la violencia con la que operan sigue incrementando sin que al momento se vean resultados tangibles para combatirla. En las calles la delincuencia común sigue haciendo de las suyas: asaltos en autobuses, y combis, robo de carteras y teléfonos o asaltos en domicilios se han vuelto ya el pan nuestro de cada día, porque, al fin y al cabo “ya nos la sabemos”.

En lo económico la situación no va mejor, el aumento de remesas más el aumento en algunas zonas del Valle de México de los llamados nómadas digitales que con su sola presencia generan procesos de gentrificación de las zonas urbanas y que se traduce en un incremento desmedido de algunos productos y servicios, está ocasionando una apreciación del peso pero también inflación en los precios, como consecuencia el valor del trabajo va a la baja y los apoyos al salario no le pueden seguir el paso al gasto.

Las familias mexiquenses trabajan más pero el dinero les rinde menos, las políticas de creación de empleo se vuelven insuficientes porque dependen de ese fenómeno económico nacional en el que los precios siguen subiendo pero el salario se mantiene igual; para los hogares esto se traduce en la imposibilidad de comprar ciertos productos básicos, en que las despensas sean cada vez menores y, quizás, en la necesidad de cancelar viajes de vacaciones o cursos de verano simplemente porque ya no alcanza.

Tic, toc, tic, toc; el segundero continúa su marcha y en cada marca cae una pesada carga para el futuro: la escasez de agua ya no es una posibilidad sino una realidad. Las presas del Sistema Cutzamala no están teniendo la capacidad de recuperación necesaria para equilibrar los niveles de consumo y aunque esto no es nuevo, sí empieza a ser problemático y alarmante para la distribución de una gran parte de los habitantes del Valle de Toluca, la Zona Metropolitana de la Ciudad de México y la propia capital del país.

El estado se está secando

Ante el incremento de la tala inmoderada en los bosques mexiquenses las llamadas “fábricas de agua” ya no pueden retener/producir el líquido al mismo ritmo de antes, la ausencia del arbolado ocasiona también un incremento en las temperaturas lo que deriva en tierra cada vez más árida y con menos posibilidades de regenerar la vegetación necesaria para retener el agua.

De seguir a este ritmo, es muy probable que los cortes de agua que se han vivido durante lo que va del año se incrementen y que para la temporada de sequía de 2024 la situación se vuelva crítica para los municipios que dependen directamente del suministro y que ya en últimas fechas han tenido que ingeniárselas para distribuir el líquido, prácticamente, a cuenta gotas.

Mientras todo esto ocurre al mismo tiempo, en palacio de gobierno reporteros y políticos bailan la danza del cambio de poder. Del testimonio de un hecho relevante por su naturaleza e historia social y política en la entidad. Se prepara el cambio de la administración mexiquense y el fin de una hegemonía partidista en el gobierno para dar paso a nuevos grupos, nuevas composiciones, nuevos formas de hacer las cosas que, no obstante, no alejan demasiado su destino de su origen.

Se alista el cambio de banderas, algunos se relamen los bigotes y las barbas ante la ansiedad de llegar a asumir el control mientras otros se debaten entre la incertidumbre de lo que puede ocurrir y no ha ocurrido y quizás nunca ocurra pero que se mantiene presente como una espada de Damocles que pende sobre sus cabezas esperando el momento de caer y poner fin a todo.

La transición como el tiempo avanza y no se detiene. El gobierno será entregado a una nueva administración que deberá entender rápidamente el funcionamiento del aparato burocrático con sus verdaderos alcances y limitaciones; será un golpe de realidad para aquellos que aún creen que el poder gubernamental es capaz de todo y que nada pasa fuera de los alcances de la fuerza del Estado.

Alfredo del Mazo: Transición comenzará apenas concluya el proceso electoral

Conocerán qué tan profunda se ha vuelto la corrupción y descubrirán qué tan enraizada se encuentra en la tierra mexiquense y cómo ha cumplido su función para hacer que todo funcione sin funcionar. Habrá emoción y desencanto pero, sobre todo, habrá sorpresas porque así son las transiciones. Momentos de incertidumbre que al final de cuentas son solo eso: un momento y nada más.

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