Educando a la educación: Los desafíos del libro en la era digital
Orlando Linares López
En esta época donde la tecnología avanza a pasos agigantados, uno de los buenos hábitos que no debe perderse es el de la lectura. El encanto de leer un libro es un hecho que trasciende barreras, tiempo y espacio.
A través de la lectura es posible adentrarse en otras realidades, mundos, épocas para recrear situaciones extraordinarias y un sinfín de contenidos.
Con la llegada de las nuevas tecnologías de información y comunicación (TIC’s), muchos “expertos” supusieron que los días de los libros estarían contados. Nada más alejado de la realidad, pues el libro es un invento fantástico de la humanidad.
Cierto que las TIC’s ayudan a conectar a las personas y las comunidades sin importar el lugar del mundo donde estén y que también constituyen un potencial acaparador de la atención y preferencias de las nuevas generaciones de usuarios y lectores.
En ese dinamismo, según estadísticas de consumo, el volumen de información en audio y video, distribuida por internet, se ha multiplicado diez veces en los últimos seis años; el sector editorial no es ajeno a dicho fenómeno y cada año se publican más de dos millones de nuevos libros en todo el mundo.
La producción editorial y el hábito de lectura de libros conviven con una oferta amplia y diversa.
En México, según datos publicados por el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI) en el primer bimestre de este año, entre la población lectora de más de 18 años de edad, el 40.8% señaló haber leído, al menos, un libro en los últimos 12 meses; 37.7% mencionó la lectura de páginas de Internet, foros o blogs; 23.6% dijo que leyó revistas; 18.5%, periódicos y 6.1%, historietas.
Las cifras destacan que en los jóvenes de entre 18 a 24 y de 25 a 34 años, se encuentra el mayor porcentaje de población lectora y lo que más leen es: en primer lugar, páginas de Internet, foros o blogs; seguidos de libros; luego revistas, también historietas y al final periódicos (11.2 y 21.1%, respectivamente).
El principal material de lectura en los demás grupos de edad fueron los libros, en especial en personas a partir de los 55 años. Leer por entretenimiento (44.6%) fue el motivo que más indicó la población lectora.
En la última década la población en México leyó, en promedio, 3.4 libros anualmente por persona.
Al indagar en torno a la asistencia a lugares de venta o préstamo de materiales de lectura, los datos estadísticos refieren que de las personas lectoras de 18 años y más, el 16.6% asistió a alguna sección de libros y/o revistas de una tienda departamental; 13.6% acudió a una librería; 10.1%, a un puesto de libros o revistas usados y 8.1% fue a una biblioteca.
Entre las estrategias para fomentar la lectura se encuentra la promoción en las escuelas, pero sin duda una de las acciones con mayor repercusión es tener libros diferentes a los de texto en casa.
Respecto de las prácticas de lectura durante la niñez, seis de cada 10 personas, dijeron tener libros en casa (sin contar los libros de texto); cinco de cada 10 señalaron que veían a sus padres o tutores leer y prácticamente a cuatro de cada 10 le leían sus padres o tutores.
Otro ámbito que tiene mucho encanto para fomentar la lectura son las ferias de libro.
De acuerdo al Sistema de Información Cultural de la Secretaría de Cultura del gobierno federal, a lo largo del año, en todo el país, se realizan 152 ferias del libro; 48 de ellas en la Ciudad de México, en Veracruz, Estado de México y Puebla 9 en cada entidad; en Sonora 8 y en Guerrero 6; las otras 63 en los 26 estados restantes.
Por mencionar dos a realizarse próximamente, del 10 al 19 de noviembre, en Tlaxcala se realizará 41 Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil (Filij); días después, en Jalisco, tendrá lugar la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, que se ha consolidado como la reunión editorial más importante de Iberoamérica y un extraordinario festival cultural.
Recorrer los espacios donde se exponen millones de libros es una experiencia indescriptible ante la cual las palabras solo alcanzan para construir una invitación para visitar esos pasillos que nutren las emociones y avivan los deseos de ampliar los conocimientos y enseñanzas plasmadas en las páginas de papel.
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