Educando la Educación: El reto de reforestar: no solo sembrar árboles sino lograr que crezcan
Orlando Linares López
En el Estado de México, como en otras partes del país y del mundo, una de las principales amenazas al medio ambiente es la deforestación ocasionada por actividades humanas como el cambio de uso de suelo, la tala clandestina, incendios o plagas, entre otras.
Al recorrer zonas boscosas del Edomex es inevitable el sentimiento de desolación ante el gran número de árboles talados, situación que lleva a reflexionar sobre la consecuente cadena de afectaciones que debería concientizarnos para emprender acciones orientadas a revertir lo perdido y difundir sobre la trascendencia de reforestar.
Sembrar un árbol es una inversión a largo plazo que requiere planeación, compromiso, cuidados y seguimiento.
De acuerdo a la dependencia Protectora de Bosques del Estado de México (Probosque), para la campaña de reforestación 2023, la cual concluirá a finales de este mes, tiene el objetivo de sembrar al menos tres millones de árboles, que se sumarán a la meta sexenal del gobierno local por concluir, consistente en 90 millones de árboles plantados en territorio estatal.
Es innegable la importancia de reforestar tanto en espacios urbanos y rurales, como las zonas boscosas ya que se incrementa la masa forestal, se generan barreras naturales ante ciclones y tormentas, se regula el clima, aumenta la disponibilidad del agua y la riqueza de los mantos freáticos, previene la erosión del suelo y conserva la biodiversidad, por mencionar algunas.
En el proceso es indispensable considerar diversos aspectos y recomendaciones de expertos que en su criterio indican que, plantar millones de árboles, a menudo, no funciona. La clave, dicen, no está en plantarlos, sino en lograr que crezcan pues, por su tamaño y edad, los arbolitos son muy vulnerables y al menos el 25% de ellos muere en este tipo de proyectos.
Ejemplos de fracasos en planes de reforestación hay muchos; en México durante 2018, se invirtieron tres mil 400 millones de dólares en la campaña de reforestación “Sembrando Vida”, una iniciativa que causó justo lo contrario: impulsó la deforestación, ya que el gobierno pagaba para reforestar, pero al hacerlo los beneficiarios del programa acababan por deforestar para, por ejemplo, conseguir leña o recortar terrenos que antes usaban para el ganado.
Algunos aspectos que recomiendan los especialistas para el éxito de los esfuerzos de reforestación son: realizarla entre los meses de junio a septiembre a fin de aprovechar la humedad generada por las lluvias; conocer el sitio a reforestar para identificar el suelo, la vegetación las condiciones en general; considerar que el clima no impida el crecimiento de la plantación o que sea interrumpida por cuestiones meteorológicas; tamaño y tipo de la especie ya que algunas son más propicias para zonas urbanas y otras para espacios forestales; supervisión, vigilancia, evaluación y seguimiento.
La reforestación es indispensable para revertir daños a la naturaleza y que los árboles continúen con función de liberar oxígeno y transformar el dióxido de carbono, además de ser fuente de materia prima para la elaboración de medicinas, alimentos, combustible y mucho más.
Al respecto, todo esfuerzo suma para revertir estadísticas como las que muestran que, a nivel mundial cerca del 78% de los bosques primarios han sido destruidos y el 22% restante es afectado por la extracción de madera. Solo el 12% de los bosques están asignados a la conservación de la biodiversidad.
Según datos publicados a finales de 2021, en México -en un espacio que abarca 20 estados- hay 122 zonas críticas forestales afectadas por ilícitos como tala clandestina, extracción de madera sana, sobreexplotación de recursos forestales, incumplimiento de programas de manejo, cambio de uso de suelo, incendios forestales provocados y delincuencia organizada.
Ambiciones y satisfacer múltiples necesidades humanas ha llevado a restar el espacio para los árboles y eso hoy implica inmensos problemas ecológicos. Por tanto, más allá de solo plantar árboles, todo plan de reforestación debe ayudar a revertir esas condiciones y contribuir a hacer realidad los programas y las metas gubernamentales en lo local, nacional e internacionalmente, como la intensión de la ONU que, en 2014, mediante una declaración, obligaba a los países a reducir la deforestación dos veces para 2020 y a detenerla para 2030. Tristemente la tasa anual de deforestación casi se ha duplicado.
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