Psicólogo Luis Jaime Sunderland López

Psic.luissunderland@gmail.com

Podríamos definir el acoso escolar o bullying como un acto intimidatorio, iniciado y mantenido durante un tiempo considerable por parte de una o varias personas contra otra, más débil. El acoso escolar puede ser físico, o psicológico (insultos, burlas, motes, hacer gestos groseros, despreciar, ignorar, aislar, enviar notas ofensivas, etc.).

El bullying tiene consecuencias a corto plazo, tanto para la víctima que lo sufre, como para el agresor que lo infringe y los testigos que lo presencian. La víctima de acoso escolar sufre baja autoestima, actitudes pasivas, trastornos emocionales, problemas psicosomáticos, depresión, ansiedad o ideación suicida, desinterés por los estudios, fracaso escolar, y trastornos fóbicos, por ejemplo, fobia escolar.

El agresor es irritable, impulsivo, intolerante, no tolera la frustración, intimida a sus iguales, tiene dificultades de convivencia con los demás niños, actúa de forma autoritaria y violenta, y puede mostrar a largo plazo conductas delictivas. También los demás niños, los espectadores, que presencian el acoso a diario, se sienten amedrentados por la violencia de la que son testigos, se sienten afectados, pudiendo provocar cierta sensación de que ningún esfuerzo vale la pena en la construcción de relaciones positivas.

Las consecuencias del acoso escolar en la vida adulta:

Diferentes estudios han demostrado que en la vida adulta se siguen padeciendo las consecuencias negativas de haber sufrido acoso escolar en la infancia. Además, se ha demostrado que, a más tiempo de haber padecido bullying, más intensas y duraderas son las secuelas negativas que deja en el adolescente y en el adulto.

El abuso padecido en la infancia puede tener un impacto persistente en las víctimas, que se manifiesta a lo largo de los años, incluso al llegar a la vida adulta. En cuanto a las secuelas que aparecen, se debe distinguir entre:

  • Desajustes psicosociales: sentimientos de infelicidad, bajo nivel de confianza y autoestima, desajuste escolar, bajo rendimiento académico, desmotivación para escoger futuro profesional, etc.
  • Problemas psicológicos: síntomas psicosomáticos, trastorno de la ingesta, uso de sustancias tóxicas, ansiedad, depresión o ideación suicida.
  • Síntomas psicóticos: estudios han demostrado que los niños que han sufrido acoso escolar tienen más posibilidades de sufrir alucinaciones auditivas o visuales, delirios o ideación paranoide en la adolescencia. Se interpreta que el estrés crónico secundario al abuso escolar actúa sobre la predisposición genética a la esquizofrenia de un menor, pudiendo desarrollar esta enfermedad en la edad adulta.

También existen consecuencias que alcanzan la etapa adulta para los agresores, si estos mantienen una actitud de dominio con respecto a los demás, ya que tendrá menos posibilidades de desarrollar habilidades sociales adecuadas para establecer relaciones adaptativas de amistad o de pareja. En los casos más graves, estas conductas agresivas y autoritarias mantenidas a lo largo de los años, en diferentes ambientes, hacen más probable un perfil delictivo en la vida adulta.

Así mismo, los espectadores también sufren las consecuencias de haber vivido en un entorno regido por el abuso y el maltrato. Dichos espectadores, en la vida adulta, pueden mostrar tendencia a la insensibilización ante el sufrimiento de la víctima o generar la creencia de que la violencia es inevitable, con la implicación emocional que ello implicaría en sus relaciones interpersonales.

Psicólogo Luis Jaime Sunderland López

Psic.luissunderland@gmail.com

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