Roberto Abe Camil

Mazatlán es la segunda ciudad de Sinaloa, puerto apreciado por propios y extraños, no en vano se le conoce como “la joya del Pacifico”. Un largo malecón recorre la línea costera bordeando limpias playas con un inmejorable paisaje que se corona cada tarde con ocasos de variados colores que son un espectáculo único en México.

El casco histórico o viejo Mazatlán, envidiablemente bien conservado, atesora joyas arquitectónicas como el teatro Ángela Peralta, la Aduana Marítima y la Basílica de la Inmaculada Concepción. Las calles angostas con construcciones cuidadas y fachadas bien pintadas nos remiten no solo a un paisaje decimonónico, sino a la bonanza producto de su tradicional dinamismo portuario y comercial. Reforzado por su actividad marítima, pesquera e industrial, donde destaca la industria cervecera que se tradujo por iniciativa de emigrantes alemanes en la producción a partir de 1900 de la afamada cerveza “Pacifico”.

Hoy Mazatlán es un importante destino turístico, en la zona dorada del puerto se levantan infinidad de hoteles, edificios de departamentos, centros comerciales, restaurantes, bares, tiendas y donde se aprecia la rica gastronomía, la música y el carácter alegre y hospitalario de sus habitantes. Al turismo nacional se añade una importante comunidad de visitantes norteamericanos y canadienses, los “snowbirds” que hacen del puerto sinaloense su segundo hogar durante los meses de invierno. Al carácter turístico y emprendedor del lugar, se unen también la memoria histórica e identidad local que robustecen la cultura sinaloense y nacional.

El puerto fundado en los albores del virreinato de la Nueva España, se consolidó durante el México independiente, a la par de su crecimiento marítimo fue testigo de las guerras civiles y extranjeras que a lo largo del siglo XIX cubrieron el territorio mexicano, rechazó en más de una ocasión los amagos y ataques de buques extranjeros. Al llegar la Gran Década Nacional, se erigió en capital del Estado de Sinaloa. La revolución tampoco fue ajena al lugar que fue escenario de importantes sucesos a lo largo de la lucha armada.

Con el porfiriato se consolidó en Mazatlán, la prosperidad antes mencionada situándose como uno de los principales puertos mexicanos, posición que conserva al día de hoy. En estas jornadas de progreso en el país tras medio siglo de guerras, invasiones e inestabilidad política y social, surgió la necesidad de formar a las tripulaciones de la marina mercante del país. Existieron antecedentes e intentos previos, pero es hasta el 8 de marzo de 1880 cuando el presidente de la república, el general Porfirio Díaz Mori, decretó la creación de la Escuela Náutica de Mazatlán.

La Escuela Náutica de Mazatlán no solo es la más antigua en México, sino también la decana en América Latina y la primera institución de educación superior que existió en Sinaloa. A partir de entonces ha formado incontables generaciones de marinos mercantes que han servido y sirven a México con enorme compromiso y dedicación. Hoy depende al igual que las otras escuelas e instituciones de educación náutica en el país, de la Secretaria de Marina, su grado de profesionalismo y excelencia se refleja en la presencia de marinos mercantes mexicanos en todos los confines del planeta.

Los marinos mercantes mexicanos, comparten con sus pares de la armada y el ejército de tierra, los valores que nos honran como mexicanos y es aquí donde surge la intervención de dos mazatlecos de excepción: los Capitanes de Altura Mario Velázquez Salazar y Carlos Angulo Hernández. A la par de su distinguida trayectoria náutica, los capitanes Velázquez y Angulo están convencidos no solo en que la cultura es un elemento fundamental para reconstituir el tejido social, sino en la importancia de preservar la identidad y memoria histórica de su terruño.

El capitán Velázquez encabeza hoy el notable esfuerzo que iniciaron hace décadas distinguidos veteranos de la marina mercante para rescatar la Casa del Marino, construida en 1946, para albergar a los marinos mercantes que llegaban a Mazatlán. La edificación ubicada en el centrico Paseo Claussen comparte espacio con la histórica fortificación “31 de marzo de 1864” sitio desde donde se inició la defensa del puerto en esa fecha, cuando los mazatlecos derrotaron con un solo cañón de montaña de 12 libras a la fragata francesa “La Cordielere” que atacó el puerto con 22 bocas de fuego, esta acción le valió a Mazatlán ser declarada “Heroica” hace unos meses.

Tras 36 años de perseverancia, al fin el patronato que dirige el capitán Velázquez con la ayuda del capitán Angulo y destacados marinos mercantes e incluso generales y almirantes en retiro, ha hecho de su anhelo una realidad. Las obras ya están marcha, lograron tras incontables gestiones, fondos federales para la reconstrucción de la Casa del Marino, así como para la restauración del punto fortificado. El espacio albergará un museo alusivo a la historia de la marina mercante mexicana, de Mazatlán y por supuesto a la gesta heroica del 31 de marzo de 1864, recintos que serán administrados y operados por el patronato.

Hoy la Casa del Marino en Mazatlán, es no solo el más importante proyecto cultural en el puerto y relacionado con la marina mercante en México, sino un firme propósito que ha constituido a su patronato, a través de décadas de constancia y trabajo arduo, en genuinos guardianes de la historia.

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