Ricardo Burgos Orozco

Me volví a encontrar hace unos días con mi buen amigo Xavier Vivas, excelente conductor del Metro desde hace 45 años. Lo encontré en el trabajo en la Línea 2; nunca falla de cinco de la tarde a 12 de la noche y nuevamente me insistió que, aunque ya le toca desde hace años, sigue sin deseos de jubilarse porque ama lo que hace; tiene muchos amigos que lo admiran, lo quieren y ha hecho un gran grupo en el Sistema de Transporte Colectivo.

Por los años que tiene, Xavier ya ha recibido varios reconocimientos, pero lo más importante es que tiene la camiseta naranja bien puesta de su empresa. Por supuesto, que, dice, el mejor regalo que recibe todos los días es dar un buen servicio como conductor de tren. A lo largo de todo el tiempo en el Metro nunca le ha interesado ascender de puesto porque le gusta lo que hace.

Xavier confiesa que tiene 42 años con la misma categoría; no quiere promocionarse en el siguiente nivel que es jefe de estación porque dejaría de manejar trenes, que es lo que le apasiona, pero también es complicado. Me confesó que a lo que más teme es a la posibilidad de arrollar a una persona; comenta que, por fortuna, en sus 45 años en el Metro nunca le ha tocado un accidente de esos, pero sí ha visto que otros compañeros tengan accidentes de ese tipo; le parece algo terrible porque el impacto no solamente es para los familiares de quien se accidenta o decide lanzarse a las vías por su propia voluntad, sino también para el conductor porque debe pasar un largo proceso para volver a su puesto.

Aunque nunca ha atropellado a alguien, me contó que una ocasión iba en su cabina ande conductor cuando una persona ensangrentada le pegaba a la ventanilla reclamando para que se detuviera; a la siguiente estación se bajó y constató que esa persona tenía una herida en la cabeza, llamó a personal del Metro y le dieron ayuda. El viajero se había puesto delante de la línea amarilla, o la línea de la vida como le llama Xavier, y se golpeó, aunque no de gravedad, pero fue un susto mayúsculo para todos.

Por cierto, Xavier pide a los usuarios del Metro que cuiden siempre no rebasar la línea de la vida para evitar accidentes. Recordó aquella ocasión hace unos meses cuando un joven estaba en la orilla del andén, llegó el tren, le alcanzó a golpear en la cabeza y falleció instantáneamente por la herida.

Xavier comenta que cuando a él le toca ser pasajero, siempre se coloca en la pared del andén y así evita riesgos.

Un recuerdo muy triste para él fue en septiembre pasado. Estaban en la celebración del Día de Trabajador del Metro. Uno de sus compañeros de otra línea salió del festejo acompañado de otros trabajadores, lo dejaron en Ermita, entró al andén, dejó su sacó a un lado y también su teléfono celular y se lanzó al tren cuando llegaba a la estación. Falleció de inmediato a los 32 años de edad. Nadie supo la razón por la cual tomó esa decisión.

Xavier Vivas tiene infinidad de anécdotas en esos 45 años de conductor; le encanta platicar de su trabajo y la amistad que ha hecho durante tantos años con sus compañeros. Además, es muy disciplinado, no deja de usar su uniforme del Metro, aunque muchos conductores ya no lo portan.

Facebook Comments

Deja un comentario

A %d blogueros les gusta esto: