La vida, con la muerte, se ven la suerte

Refrán popular

Carlos Mota Galván

Hay una herramienta de comunicación muy socorrida, especialmente usada por los políticos narcisistas de todo el mundo, conocida popularmente como la “caja china”, la cual pretende hacer voltear la atención de la gente hacia un tema sensacionalista evitando con ello se analicen temas internos, muchas veces espinosos, ya sean personales o institucionales, afirmaba hace tiempo el periodista Mario Maraboto para referirse a un tópico de política internacional.

Dicha declaración nos cae “como anillo al dedo”, como dice aquel, para tratar de entender el anuncio dado por el fiscal general de la república, Alejandro Gertz Manero, de reactivar la investigación de hace ya 30 años, por el asesinato del entonces candidato presidencial del PRI, Luis Donaldo Colosio Murrieta, acusando ahora al exsecretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna (enemigo público número dos, después obviamente de Felipe Calderón), de haber instigado la fuga del supuesto segundo tirador, hipótesis que desde que se perpetuó el magnicidio, ha sido desechada ante la falta de evidencias que lo sustenten.

En aquel entonces García Luna tenía 26 años, estaba recién egresado de la Universidad Autónoma Metropolitana, UAM, con 5 años de sólo actuar como uno de tantos, vigilando a grupos guerrilleros en el país, con cero experiencia en otras cosas y que incluso había sido rechazado al intentar ingresar a la policía judicial federal por reprobar los exámenes (su único talento, asegura Anabel Hernández, era intervenir comunicaciones). Bueno, ese personaje tan limitado en sus orígenes es a quien ahora intentan involucrar en la “nueva investigación” de Gertz Manero, definiéndolo como pieza fundamental en uno de los homicidios políticos más escandalosos en nuestro país en tiempos recietes.

Este despropósito, como lo muestran las burlas publicadas en redes sociales en los últimos días tanto para AMLO como para el fiscal, se justifica para pretender quitarle reflectores a  varios asuntos, el primero, el escándalo contra los hijos del presidente por casos de corrupción, el segundo porque la campaña de su representante no marcha como esperaban, y un último punto, el que la sentencia contra García Luna en los Estados Unidos, sea cual sea, no podrá ayudarlos a ganar porque será posterior a las elecciones en México.

Por ello, las peticiones de Luis Donaldo Colosio Riojas de indultar a Mario Aburto para quitar banderas políticas al caso y permitir dejar atrás un recuerdo tan doloroso para la familia, ha sido desoído por López Obrador argumentando que no está en sus manos impedir se cumpla la justicia, cuando todo parece indicar que es él quien permite se alimente la hoguera electoral.

A lo escrito habría que agregar la investigación presentada por Anabel Hernández en México y secundada en el vecino país por Tim Golden, prestigiado periodista norteamericano, ganador dos veces del premio Pulitzer, quienes publicaron que la DEA y la Fiscalía Federal del Distrito Sur de Nueva York conocen de la aportación de entre 2 y 4 millones de dólares, que el cártel de Sinaloa hizo a la campaña de AMLO en 2006.

Parece que esta “caja china” a la cual nos referíamos al inicio, pudiera revertirse para sus impulsores toda vez que, al abrirla, en su interior se hallan muchas cajas más que llaman más la atención que la anterior y este es el caso de los escándalos que se han suscitado después del anuncio de la fiscalía. Para colmo, sus huestes cada vez más desprestigiadas salen raspadas al intervenir, como Epigmenio Ibarra que cuando pretendió desacreditar las críticas hechas a él y al presidente, fue cuestionado por el préstamo obtenido por 150 millones de pesos, y que parece tiene la anuencia para no pagarlo.

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