Sin anestesia: La transformación, un misterio por develar

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Gilberto Meza

En los últimos meses del actual gobierno, queda todavía pendiente develar su misterio mayor. Sí, como el de las misas. A mí, en lo personal, el tema de la transformación me causa escozor. Siempre me pregunto qué significa o, todavía peor, qué querrá decir. Porque no es claro. Todos en la 4T apelan a la transformación, pero nunca nos explican en qué consiste. Intentaré, pues, levantar el velo de ese misterio en las siguientes líneas. No, no se apresuren, no es que yo lo sepa o lo tenga medianamente claro, pero juntos podemos explorar su significado. Lo primero que se me ocurre es hacerlo a través de la ley de Lavoisier, esa que dice que la materia ni se crea ni se destruye, sólo se transforma, lo que da lugar a que, cito, “en una reacción química los átomos no desaparecen, simplemente se ordenan de otra manera.” Esa podría ser una explicación, que los átomos se ordenaron de otra manera, pero no acaba de convencerme, porque los átomos siguen ocupando su mismo espacio, sólo que alguien nos asegura (sin pruebas) que cambiaron de lugar. Porque nada ha cambiado. Las promesas de cambio no se han hecho realidad; en realidad han empeorado. Pienso en la corrupción, en la inseguridad, la pobreza, la violencia, el crimen organizado. Podemos estar seguros de que son peores que antes, sólo que el discurso de Palacio dice lo contrario. Podemos emplear el método socrático e interrogarnos sobre casos concretos, los que más nos preocupan, por ejemplo, la pobreza. Nos aseguran que cinco millones de pobres dejaron de serlo, a cambio de que ocho millones de nuestra enorme masa de pobres cayeron en pobreza extrema, o cuando nos aseguran que la inseguridad va a la baja, pero con una suma de muertos que superará los 200 o 250 mil muertos en el sexenio, lo que supera incluso la suma de los gobiernos de Fox, Calderón e incluso Peña Nieto. Eso sin hablar de los más de cien mil desaparecidos y los más de 50 mil cadáveres que esperan ser identificados en los Semefos de todo el país. Si a estos sumamos las muertes en exceso durante la pandemia por el Covid, tendremos que en seis años habremos tenido más de un millón de muertos, número de víctimas que se atribuyen a la Revolución de hace más de cien años. Agotados estos métodos sólo nos queda el de la fe, que se ajusta también al discurso palaciego, desde donde pregona que los principios básicos de esta transformación son no mentir, no robar y no traicionar al pueblo, lo que ya nos remite a los de los primeros cristianos de la Roma imperial. ¿Será eso lo que significa la transformación?, porque tampoco se cumple. Según las mediciones diarias de la organización Signos Vitales, el presidente Peje miente un promedio diario de 80 veces durante sus mañaneras. Entonces, no, no consiste en eso. No robar tampoco, pues durante este gobierno se han consignado los mayores fraudes contra la administración pública, en medio de la opacidad y sin rendición de cuentas. El caso Segalmex (creado por el Peje) es emblemático, pues sigue son resolverse el saqueo de alrededor de 20 mil millones de pesos, el triple del peor desfalco del corrupto Enrique Peña Nieto. Y es sólo un caso, pero existen centenas. Y sobre no traicionar al pueblo hay muchos más ejemplos, el más reciente el caso de Acapulco, destruido por el huracán Otis y al que el presidente Peje dejó sin recursos en el presupuesto de 2024, y ya se sabe que lo que no está en el presupuesto, no existe. Por eso Morena se negó a dotarlo de un presupuesto etiquetado. Si, no cabe duda, es un misterio la transformación que nos vende el Peje y su iglesia, la 4T. Lo que es seguro es que una vez que los mexicanos se decidan a echarlos del poder, podremos investigar en qué consistió la famosa transformación, y estoy seguro de que nos llevaremos grandes sorpresas.

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