Cuando la traición te sorprende
te fulmina el corazón,
te paraliza de pies a cabeza,
entras como en un estado de
coma, de letargo infinito…

Te destroza el alma,
pulveriza los sueños,
desquicia la razón.

Es un impecable puñetazo
para el alma…
que sacude las
ilusiones de vida,
que cimbra los sentimientos,
que confunde los sentidos…
que mata la pasión…

La traición la descubres

de repente, te toma por sorpresa,
es un seco golpe que te detiene
bruscamente en el camino,
que cambia instantáneamente
los colores de tus días,
que prolonga tus noches…
que transforma tu vida.

Es un dolor sin palabras,
con el llanto contenido,
con la esperanza rota,
es un deambular cotidiano
por la vida… cargando el peso
de los recuerdos…
con el sufrimiento acumulado,
con el alma vacía…

Es una pesadilla llena de

fantasmas, gente y ruidos…
es la eterna meditación,
la rabia… la impotencia,
el amor herido…
Un vacío profundo del
pensamiento, es un constante
entrar y salir del laberinto
de las dudas, de soportar
los momentos de desesperación.

Es sumergirse en un estado
permanente de dolor,
… de sufrimiento, de observar
la vida sin ilusión…

Es luchar contra la nada
contra uno mismo…
es aferrarse a la sensible
línea de la esperanza,
para no sucumbir ante
la depresión…

Es la espera infinita
por recobrar el aliento,
es el paso siguiente a la muerte…

Es el amor y el desamor…
fundidos y confundidos…
es consumirse lentamente,
paso a paso de un instante a otro…

…es el dolor más profundo,
que se lleva para siempre…

sobre la viva carne del corazón…

Jorge R. Carrillo Suárez
Un día de noviembre

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