ORLANDO LINARES

Tras concluir un ciclo escolar más, miles de jóvenes iniciaron sus vacaciones. Para muchos de ellos –igual que para los padres- este periodo implica grandes retos pues sin el deber de asistir a las aulas, se suman a las filas de los ninis (quienes ni estudian ni trabajan).

Para un sinnúmero adolescentes y jóvenes, por estas fechas es habitual dormir hasta muy tarde, además de utilizar la mayor parte del tiempo para estar conectado a redes sociales, ver series de televisión y películas, recrearse en videojuegos o permanecer conectado hasta dormirse frente a la pantalla de sus dispositivos móviles. En el mejor de los casos se reúnen y conviven con amigos, todo menos hacer actividades saludables, ni deportivas, ni productivas. En suma, es su periodo preferido por el tiempo libre para hacer lo que les plazca.

En este marco, el pasado 15 de julio, se celebró el Día Mundial de las Habilidades de la Juventud, una iniciativa con la que -desde 2014- la Organización de la Naciones Unidas (ONU) busca concienciar a todos los países sobre la importancia en invertir en el desarrollo del potencial de los jóvenes y generarles herramientas cognitivas y aptitudes para el empleo y/o el emprendimiento para su transición al mercado laboral y su participación activa en sus comunidades.

“Es crucial que empoderemos a la juventud para que pueda afrontar los cambios sociales y tecnológicos”, además “la enseñanza y formación técnica y profesional se encuentra en buenas condiciones para responder a estas demandas y garantizar que las competencias adquiridas sean pertinentes, reconocidas y certificadas para ofrecer oportunidades de desarrollo a los jóvenes que no cursan estudios, no trabajan o no se están formando”, reconoce la ONU.

El organismo mundial también destaca al creciente desempleo juvenil como un grave problema que exige soluciones efectivas dentro de las economías y las sociedades, en todos los países, ya que en los últimos cinco años ha crecido el número de jóvenes desempleados y sin estudiar (los ninis).

En México se estima que hay alrededor de 22 millones de jóvenes de entre 15 y 24 años de edad (17% de la población total); de ellos, poco más de nueve millones (40%) trabajan o buscan un empleo; el 60% (más de 12 millones) no son económicamente activos. Entendible si se considera que, dadas sus edades, están concentrados en su educación.

En los últimos años -y de acuerdo al Instituto Mexicano para la Competitividad A.C. (IMCO)- más jóvenes que han accedido a la educación básica, media superior y superior; en 2005 apenas el 11% (alrededor de 2.2 millones) concluyó una licenciatura; para 2022, este porcentaje aumentó a 18% (equivalente a 4.1 millones).

En el mismo sentido, los jóvenes de 15 a 24 años tienen un nivel educativo superior al de adultos de mayor edad, ya que seis de cada 10 jóvenes han concluido el bachillerato -20% más que las personas de entre 40 y 49 años- y por cada joven con primaria como máximo grado de escolaridad, hay tres adultos de entre 40 y 49 años, con ese mismo nivel educativo.

En lo laboral no es muy positiva su condición, a pesar de que quienes desean ser parte del mercado de trabajo muchas de las veces tengan una mayor preparación, se enfrentan a un panorama más complicado que el trabajador promedio, situación justificada dada su relativa inexperiencia, en estas circunstancias acceder a un empleo formal está acompañado de condiciones precarias e inestables y donde no se les garantiza la seguridad social ni otras prestaciones laborales, lo que marca el futuro de cualquier joven.

Por otra parte, ingresar a un empleo informal agranda la probabilidad de permanecer en esa condición a lo largo de su vida productiva.

En datos de 2022 sobre el trabajo informal, según el IMCO, 52% de los jóvenes que estudiaron una carrera universitaria pudieron evitar la informalidad, en tanto que 76% de quienes únicamente terminaron la secundaria, se inclinaron por laborar informalmente.

Es evidente que, contar con niveles más altos de educación aumenta las posibilidades de conseguir un empleo formal y mayores ingresos.

De ahí la trascendencia de contribuir a los esfuerzos del Día Mundial de las Habilidades de la Juventud para asegurar -desde cualquier espacio social e individual- la inclusión de los jóvenes en el mercado laboral, apegados a la garantía de sus derechos educativos, recreativos, laborales y todo lo que permita su desarrollo integral en la vida.

El talento joven y el impulso de las habilidades son un tema estratégico más allá de solo una celebración debe ser un llamado para generar más oportunidades que mejoren su nivel de vida presente y futura.

Sin dejar de lado que hoy los jóvenes tienen otras dinámicas y requieren de nuevas formas de aprendizaje, este verano conlleva la posibilidad de reforzar lazos familiares y amistades pero también representa la oportunidad de iniciar el desarrollo de su potencial.

Habrá quienes en este periodo den el primer paso para un futuro laboral que les permita atender sus necesidades y las de sus familias para todo lo largo su vida.

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