Recuerdo de la pandemia

Llegaste de repente, de un instante a otro… sin avisar.

Allá en la distancia apareciste sigiloso, casi invisible,

extraño, irreconocible… letal…

 

Te expandiste poco a poco, con tu olor a muerte…

y a tu paso sólo incertidumbre, pánico, tristeza, desolación.

 

En algún momento fuiste incontrolable y cruzaste,

como fantasma, fronteras y naciones sin importar condición…

 

Desafiaste con tu presencia al mundo entero… a la humanidad…

te plantaste en el cuerpo de los más vulnerables, aquellos que

padecían diversas enfermedades y, los derrotaste…

sin ninguna compasión…

 

No distinguiste razas, ni colores, ni creencias, ni riqueza… ni pobreza…

Te llevaste lo mismo al pequeño que al anciano…

 

Dicen, los que saben, que tu letalidad era incalculable, contundente

y sin límites… lo cierto es que, llegaste a este mundo a librar

una de las más grandes batallas contra el ser humano…

Y ganaste terreno, con tu agresividad… y sembraste

dolor, terror, encierro, depresión, melancolía, desencanto…

y mucho… mucho llanto…

 

Desintegraste familias enteras, provocado ríos de lágrimas…

nos obligaste a vernos a la distancia, a cubrir nuestras sonrisas…

a reprimir el deseo del abrazo, y el mágico roce del beso…

 

Nos orillaste a contener los sentimientos…

y nos demostraste cuán vulnerables somos…

en esa espera infinita…

 

Desde tu aparición la vida no fue la misma, lo sabemos…

y tuvimos que aceptarlo…

 

Algunos siguen llorando a sus muertos…

otros hemos ido sanando las heridas y,

nos levantamos para continuar nuestra aventura de vida…

La mayoría seguimos unidos en la valiente lucha para dominarte,

para golpear tu estructura, para derrotarte…

 

Porque también eras vulnerable…

Porque había grandes testimonios,

de quienes te padecieron y te enfrentaron

y salieron adelante, a pesar de tu agresividad…

y eso fue un gran impuso para seguir la batalla…

 

Llegaste al mundo para desafiarnos,

para amenazarnos y, causaste miles de muertes…

 

Pero, sin lugar a duda, nuestro talento ha sido mayor…

tarde, pero quedó listo el antídoto perfecto

para contenerte, para atacarte, quizá para extinguirte…

 

Hoy los seres humanos, a pesar de nuestros temores,

seguimos adelante, entre las sombras y el llanto que dejaste…

y la fe que nos impulsa para alcanzar el triunfo sobre tu amenaza…

 

Regresaron los abrazos, los besos…

Volvemos a disfrutar nuestros rostros…

Nuestras caricias… Nuestras miradas no son las mismas,

pero siguen con gran luz y esperanza…

 

Han vuelto los viajes… las compras,

las reuniones… podemos escuchar en vivo los violines…

el canto de bellas voces y el de las aves sin temor…

 

Salimos, cada día, a vivir la vida libres…

diferentes, pero libres… con lo aprendido en el

pensamiento y el corazón…

 

Ahora sabemos qué hacer y qué no hacer…

para no volver a ocultar nuestra sonrisa…

 

Jorge R. Carrillo Suárez.

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