José Manuel Rueda Smithers

DÉJALO HABLAR… porque hay en su pasado un tesoro lleno de verdad,

belleza y bien.

DÉJALO IR A VENCER… en las discusiones, porque tiene necesidad de sentirse seguro.

DÉJALO CONTAR… siempre sus historias repetidas, porque

se siente feliz cuando lo escuchas.

Poema al adulto mayor, de Josselyne Díaz

Ahora que el destino ya nos alcanzó, es común ver, admirar y hasta preguntar a los jóvenes cómo es que se les facilita el uso de los aparatos que (pareciera) poco a poco nos van haciendo la vida más simple. Se dice que ya nacieron con el chip puesto y solo usan las cosas sin temor, sin freno y mostrando una confianza admirable por entender lo que tienen frente a la pantalla. Justo apenas este viernes 6 de octubre, Christian Souza, experta en el uso de las nuevas tecnologías, dio una por demás interesante charla a miembros del Club Rotarios Tabachines, en Cuernavaca, Morelos, la mayoría adultos mayores interesados en quitarse el miedo por lo que representa el concepto de la Inteligencia Artificial (IA). Y es que no nada más es tener el celular en la mano –cada vez más actualizado- sino las computadoras en casa, en la oficina, y hasta esos aparatos de la cocina, que parecen simples instrumentos a los que todo lo que se les apriete es utilizado en tu contra. Chris Souza empezó la charla con una frase contundente para motivar la atención de los asistentes: “La IA se construye, nosotros somos quienes la alimentamos”. Y ahí es donde las personas mayores deben desprenderse de todo temor al enfrentar un aparato moderno, con pantalla luminosa, llena de letras e instrucciones que lo llevan a uno por una barbaridad de laberintos cibernéticos que siempre conducen a una sola meta. El problema es saber qué queremos y así llegar fácilmente. A veces no es simple explicar qué es y para qué se utiliza la inteligencia artificial. Algunos expertos dicen que es un mecanismo que trata de imitar las capacidades y los comportamientos de una persona. Se basa en el aprendizaje a partir de datos, que los expertos (más por adorno), le llaman machine learning. La máquina aprende de los patrones y correlaciones que encuentra en los datos que un humano le inyecta y le dice que los guarde. Una vez que ha identificado esos patrones y correlaciones, es capaz de hacer predicciones, detectar anomalías y clasificar los datos. Y por supuesto, los hace servir a los demás. Es cierto, no importa nuestra actividad o nuestras rutinas, en todo momento generamos y estamos rodeados de datos. Lo que pasa ahora es que en algún minichip o algo así, hay una instrucción de inteligencia artificial capaz de sacar provecho de estos datos y, aunque no seamos conscientes muchas veces, estamos rodeados de soluciones en el coche; con el ya inseparable celular que todo nos resuelve al momento; en las fábricas, los comercios, y hasta en el sector de la salud, además de en todos nuestros entornos. La cuestión es sencilla: Hay que estar convencidos de que la IA es como un amigo virtual, con quien hablar de todos los temas y obtener respuesta a esas preguntas que siempre se cargan ocultas en la mente. Es cosa de práctica para entender y dominar cómo funciona y aprender cómo usarle para una variedad de tareas. Pero NUNCA dejemos de pensar que la IA es útil sin importar las edades. Además, recalcar hay que advertir nunca compartir datos personales así nada más por que sí. Los malos, también se apoyan en la IA para su beneficio. Aprendamos sin miedo a lo que viene.

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