José Manuel Rueda Smithers

En el espejo reflejado del alma, el narcisismo baña mi existencia; acaricio mi rostro con arrogancia, me admiro sin medida y sin conciencia.

Poema generado por IA

No solo en la actualidad mexicana, sino mundialmente -junto con la política- la Inteligencia Artificial (IA) es el tema más sonado. La Cultura Impar tuvo la valiosísima oportunidad de asistir a un curso con un extraordinario grupo que se firma como los Neoreporteros, gente además de experimentada, valiosa y llena de ganas por aplicar las nuevas formas de hacer el periodismo moderno. A partir de eso es la columna de esta semana, al ver los desplantes de un emberrinchado joven político del norte del país, y su urgencia para que la gente lo vea, más allá de sus pobres ideas y sus todavía más pobres formas de cumplir con la oportunidad y responsabilidad que le dio con su voto el pueblo de su estado. Sin decir nombres, la IA ayudó a describirlo y al menos intentar entenderlo, más allá de si es un simple instrumento del sr. López que vive en Palacio Nacional. Porque lo es, no hay duda aunque no lo reconozca. Dice la IA que el narcisismo es un rasgo de personalidad caracterizado por un excesivo amor propio, una fascinación consigo mismo y una falta de empatía hacia los demás. Las personas narcisistas tienden a buscar constantemente la admiración y la validación y a menudo tienen dificultades para reconocer las necesidades y emociones de quienes les rodean y para quienes deberían de trabajar. Este comportamiento puede manifestarse en la obsesión por la propia apariencia, la búsqueda de logros personales a expensas de los demás, y una tendencia a menospreciar a quienes no cumplen con sus expectativas. Hasta aquí la explicación de la IA. La conexión entre el narcisismo y la política es sencilla pues a menudo se debate sobre cómo ciertos políticos pueden exhibir rasgos narcisistas en diferentes grados. El narcisismo puede influir en el estilo de liderazgo, la toma de decisiones y la relación con los demás en el ámbito político. Algunos puntos de conexión incluyen: Necesidad de Admiración: Los políticos con rasgos narcisistas quieren solo ser elogiados y destacar sus logros, incluso exagerándolos. Falta de Empatía: Tienen dificultades para entender o mostrar enlace hacia los ciudadanos, especialmente a quienes no comparten sus opiniones o su imagen positiva. Toma de Decisiones: Está impulsada por el deseo de destacar personalmente, en lugar de considerar las necesidades y preocupaciones de la sociedad que les da su voto. Intolerancia a la Crítica: Son especialmente sensibles a la crítica y reaccionan de manera negativa. A menudo atacan como justificación, como lo vemos todos los días en la mañanera que no permite ideas distintas. Por supuesto que el narcisismo no es exclusivo de la política, y no todos los líderes políticos exhiben estos rasgos. Pero siempre, la intersección entre el narcisismo y la política tiene implicaciones significativas para la toma de decisiones y la dinámica del quehacer en un puesto “importante”. Hay expresiones en las redes, como la de Alito Moreno, presidente del PRI nacional (a pesar de que no merece muchas líneas), que describen al personaje del momento a quien se refirió: “Lo que ocurre son las patadas de ahogado del inmaduro, porro e infantil… Atentar contra un Poder y contra la Constitución para querer cumplir su berrinche es reprobable y vergonzoso. Así no, niño. La ley es la ley, aunque no te dé para entenderlo. ¡México es primero!”. No hay necesidad de decir el nombre de ese tonto narcisista bueno para muy poco y ejemplo de nada, títere de ya saben quién.

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