Ayer, el Consejo Nacional de Morena se reunió para dictar las bases que deberán seguir los aspirantes a la candidatura presidencial de ese instituto político. Lo mínimo que puede decirse es que les salió terso, muy a pesar de la oposición que por el momento es prácticamente inexistente. Después del proceso electoral del 4 de junio, los presidentes del PAN y el PRI mostraron sus pies de barro, lo que por otra parte no fue ninguna novedad.

En la casa de enfrente, por el contrario, lo mostrado ayer por Morena es la disciplina que –aunque nos duela admitir- les impone el presidente López Obrador. Es de reconocer el tremendo poder que concentra AMLO, finalmente es el fundador de este movimiento que ha llevado a estos personajes a la jauja de los cargos de alto nivel.

Sin embargo, lo que debemos comprender, es que AMLO está jugando con los electores que no son simpatizantes de la 4T. Sabe que están en la orfandad. Que no hay liderazgos. Que no hay propuestas. Que no hay soluciones. Sabe perfectamente que no hay quién se le oponga.

Y sabe, también, que esta clase media no sólo no lo aprueba, sino que lo detesta. Y tiene una gran claridad que “amacharse” en que Claudia Sheinbaum sea la candidata presidencial, es un juego de espejos, porque su objetivo es mantener su 4T de manera transexenal, y la única manera de lograrlo es ungir al único político que convoca a tirios y troyanos: Marcelo Ebrard.

Ebrard será el candidato presidencial. Pero vale la pena entretenerse en lo que la comparsa de Ricardo Monreal, Adán Augusto, Sheinbaum, Gerardo Fernández Noroña o hasta Manuel Velasco bailará en estos meses. Jugarán con las encuestas e intoxicarán los medios con datos hechizos, como lo hicieron en Estado de México (ahí se aplicaron y probaron varios instrumentos que serán llevados a la máxima potencia en el país el año próximo).

Ebrard cuenta, sin duda, con las simpatías de la clase media, la misma que no soporta ni a AMLO ni a Sheinbaum, pero no tendrá reparos en hacerlo presidente, y esto es lo que sabe muy bien el jefe del Ejecutivo, pero desde luego tiene que “encarecer” el valor de Marcelo e ir estirando la liga, todo en una puesta en escena que ya está definida desde ahora.

Correrán ríos de tinta diciendo que Marcelo romperá con AMLO, que se le saldrá del huacal, y el círculo rojo: periodistas, analistas, empresarios, se irán de boca cayendo en el juego de López Obrador. La oposición ni hoy ni mañana tendrá un candidato que pueda competir con Ebrard. Marcelo será candidato y será presidente.

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