Orlando Linares López

Con ancestrales tradiciones y nuevas costumbres plagadas de colores, olores y emociones, la mayoría de los mexicanos, celebramos la memoria y privilegiamos el recuerdo de quienes, con su partida de este mundo, nos han dejado duelo y añoranzas, pero nunca olvido.

Se trata de una celebración con gran trascendencia a la que, cada vez más, se le suman diversos significados, desde filosóficos hasta materiales, y que sigue evolucionando con el paso del tiempo y el protagonismo de nuevas generaciones.

En esencia, los días 1 y 2 de noviembre, rememoran a quienes ya fallecieron y simbolizan su presencia viva en ofrendas, altares que se colocan en hogares y panteones, además de múltiples expresiones de energía festiva, disfraces y decoraciones que llenan calles, plazas, escuelas, etcétera, y le impregnan el estilo único que distingue a los mexicanos y su multiculturalidad.

Por su arraigo, significado e importancia cultural, desde hace más de una década la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), declaró al Día de Muertos en México como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Celebración en la que es inevitable la reflexión en torno a que cada día que vivimos es un día menos en el curso de la vida o un día más cerca al final de nuestra existencia y que lo único seguro es que de la muerte nadie escapa.

En medio de esa realidad, el pasado 31 de octubre del año en curso, Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) dio a conocer sus Estadísticas de Defunciones Registradas en 2022.

Los datos destacan que el año pasado en nuestro país se registraron 847 mil 716 defunciones. De ellas, 44% correspondió a mujeres y 56% a hombres.

De ese universo de defunciones, 90% se debió a enfermedades y problemas relacionados con la salud y 10%, causadas por accidentes, homicidios y suicidios.

Por cuestiones de salud, las cinco principales causas de muerte a nivel nacional fueron: enfermedades del corazón (200 mil 23); diabetes mellitus (115 mil 25), tumores malignos (89 mil 574), enfermedades del hígado (41 mil 281) y por COVID- 2019, 38 mil 508 defunciones.

El reporte del INEGI indica que 37 mil 450 defunciones fueron causadas por accidentes; la mayor parte de ellas (16 mil 414) correspondió a accidentes de transporte; 33 mil 287 por homicidio (los más frecuentes por arma de fuego, 22 mil 309 casos; arma blanca, tres mil 228 casos; ahorcamiento, estrangulamiento y sofocación, sumaron dos mil 461 casos) y ocho mil 239 se debieron a suicidios.

Por grupos de edad, en personas de 65 años y más, fue donde se concentró el mayor número de muertes, 58.7% del total, es decir, 497 mil 488 casos.

En el grupo de 25 a 34 años de edad, fue donde se concentró el mayor número de homicidios, con mil 100 casos para mujeres y ocho mil 392 para hombres.

En las defunciones de hombres, los homicidios fueron la primera causa de muerte para los grupos de edad de 15 a 44 años de edad.

En el ámbito geográfico, la entidad con la tasa más alta de muertes fue la Ciudad de México; en contraste, Quintana Roo fue la que tuvo en menor número de casos.

Del total de registros en 2022, los meses con el mayor número de decesos fueron: enero y febrero, con 11.8% (97 mil 433) y 10.7% (88 mil 786), respectivamente. En tanto que, abril con 59 mil 781 y septiembre 60 mil 323, fueron los meses con menos defunciones.

Finalmente, de los 412 mil 321 fallecimientos que equivalen a 48.6% y ocurrieron en el hogar; mientras que poco más de 337 (casi 40 por ciento), en hospitales públicos y privados.

Este panorama nos ayuda a tener una visión de cómo, porqué, dónde y cuándo miles personas pasaron al plano para ser hoy recordados y que inevitablemente algún día estaremos con ellos.

Desde este plano, entre risas y alardes de valentía, nadie que se diga mexicano puede negar que para “morir nacimos”.

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