CULTURA IMPAR: Ferias del libro y lectores en México
Hay un dato que permite a la Cultura Impar meterse en un tema difícil de entender y es tan común como leer. No ler, como diría alguna vez un clásico.
En México, cada año se organizan unas 137 Ferias Internacionales del Libro.
¿No que cada vez hay menos lectores?
Información brindada por la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu) y el Consejo Nacional de Población (Conapo) al actualizar el Sistema Urbano Nacional 2020, México tiene 453 ciudades en las que habitan 87.4 millones de personas; es decir, el 69% de la población mexicana, es urbana.
El análisis concluye que existen 13 ciudades con al menos un millón de personas.
Vamos al grano: Las Ferias Internacionales del Libro tienen un impacto real y positivo en muchos aspectos culturales, educativos y económicos. Son efectivas en la promoción de la lectura y la cultura, pero a menudo también son usadas como una estrategia de los gobiernos para mostrar un compromiso superficial con la cultura. La clave está en que, para que su efectividad sea duradera, deben ser parte de un esfuerzo más amplio y sostenido de políticas culturales inclusivas y de apoyo continuo a la educación y la lectura. Difícil de lograr cuando pareciera que buscan el control social a través de la incultura y la ignorancia.
Son efectivas sí, por varios motivos porque aunque se diga que las personas leen menos, las ferias promueven el contacto directo con libros y autores, y a menudo impulsan a muchos a descubrir el hábito de leer. En particular, los programas dirigidos a niños y jóvenes tienen el potencial de sembrar el amor por la lectura en generaciones más jóvenes, lo que puede tener un impacto duradero.
En muchas ferias, especialmente en países de Latinoamérica, no solo acercan a las personas a la literatura, sino que también ponen en la agenda pública temas relacionados con la importancia del libro como objeto cultural y del acceso a la información.
Para las editoriales, tanto grandes como pequeñas, las ferias son fundamentales. Les permiten llegar a nuevos mercados, generar ventas, y firmar acuerdos de distribución y derechos de autor. Las pequeñas editoriales, en particular, encuentran en estos eventos una oportunidad única de visibilidad que no tendrían de otro modo.
Es evidente su impacto económico, generando actividad en sectores como la hotelería, restaurantes, transporte y turismo. Esto es un beneficio indirecto, pero significativo.
Las ferias del libro proporcionan foros para la discusión de temas sociales, políticos y culturales. Autores, académicos y figuras públicas, generan espacios de diálogo y reflexión que trascienden la venta de libros, ayudando a mantener un discurso cultural activo en la sociedad.
Hay gobiernos que utilizan las ferias del libro como una forma visible y mediática de mostrar apoyo a la cultura. Atraen mucha atención mediática, lo que permite a las autoridades proyectar una imagen de compromiso con la educación y la cultura, incluso cuando las políticas de fondo no siempre reflejan un apoyo continuo o significativo en otras áreas.
En pocas palabras, son una estrategia política.
O sea, son vistas como un «evento vitrina» para cumplir con la expectativa de que el gobierno invierte en cultura, pero sin abordar los problemas estructurales que afectan la educación y el acceso a la lectura, como la baja financiación a bibliotecas, la falta de programas de alfabetización sostenidos o la inversión en infraestructura educativa.
Las ferias pueden ser rentables y beneficiosas, pero es raro verlas en zonas más necesitadas o comunidades con menos acceso a la cultura. Se concentran y limitan su impacto en áreas rurales o marginadas. La lectura sigue siendo un lujo para muchas personas en estos contextos, y las ferias no siempre solucionan esa desigualdad.
El impacto positivo de las ferias puede ser temporal si no se acompaña de políticas continuas de promoción de la lectura. Aunque puedan inspirar a algunas personas a leer más, si no existen bibliotecas accesibles, programas de apoyo a la lectura o incentivos continuos, el efecto puede diluirse después del evento.
El Estado de México realizó su Décima Feria Internacional del Libro, FILEM 2024. Esta edición lleva el lema Imaginar es Poder; además de talleres, presentación de libros y teatro, por primera vez con un autocinema instalado en el Centro de Convenciones del Estado de México.
El lema evocó la capacidad de cambio en realidades históricas contrastantes que se caracterizan por la desigualdad y la discriminación; a la esperanza y a la posibilidad de que el mañana sea diferente.
Que los mexiquenses lo aprovechen y hagan suyo será otra cosa
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