Por Ricardo Burgos Orozco

Volví a pasar hace unos días por la estación Niños Héroes/Poder Judicial de la CDMX del Metro, lugar por donde caminaba muy seguido cuando trabajaba en la sección deportiva del periódico El Heraldo de México, que estaba en la calle Dr. Carmona y Valle, en la colonia Doctores. Nada qué ver con el Heraldo de México de ahora, ubicado en Insurgentes Sur; sólo el nombre.
A unos metros sigue, como si el tiempo no le hiciera, un hotel que ha guardado muchos misterios durante años: Posada del Sol. Está en la avenida Niños Héroes 139, a corta distancia de la estación del Metro. Saliendo se ve a lo lejos el inmueble, viejo, abandonado y deteriorado por el tiempo.


Es un edificio de piedra y tezontle construido por el ingeniero Fernando Saldaña Galván, con una ensalada de estilos: barroco, neoclásico, árabe, elementos masónicos, ventanales y vitrales. Tiene 500 habitaciones, amplios patios, un teatro, hasta una capilla y murales de reconocidos pintores. Quienes lo han visitado cuentan que también posee pasadizos subterráneos para que el personal se pudiera mover de un lado a otro sin ser vistos ni molestar a los huéspedes.
Su idea era brindar hospedaje a artistas y personajes bohemios de la época. Fue inaugurado el 30 de mayo de 1942 y cerró en 1945. Fue elogiado en su momento por Diego Rivera. Las razones de su clausura como hotel se pierden en el tiempo; lo cierto es que después fue usado como oficinas de gobierno de distinta índole federal y local, albergó a una escuela primaria y lo usaron para locaciones, películas, anuncios y videos musicales.
Lo raro es que, hoy, en enero de 2024, sigue sin ser usado. Está prácticamente abandonado. Nadie sabe los motivos por los cuales sigue tal como estaba desde hace varios años. Los vecinos afirman que existe una maldición, que está embrujado, y por eso nadie quiere arriesgarse a entrar.
Hoy este complejo arcaico contrasta con las construcciones modernas de enfrente, todas del Poder Judicial de la Ciudad de México. Por ahí transitan miles de personas que van a realizar distintos tramites y diligencias. Unos 30 puestos ambulantes de todo tipo rodean el inmueble abandonado.
Múltiples leyendas se han escrito sobre el Hotel Posada del Sol. Se dice que su constructor Fernando Saldaña, español de nacimiento, invirtió todos sus ahorros en el negocio y que, agobiado por las deudas, se colgó en la capilla. También se comenta que antes de suicidarse, asesinó a su esposa y a sus hijos y que el espíritu del ingeniero sigue apareciendo todas las noches en los pasillos abandonados del edificio.


Lo que se ha confirmado es que Fernando Saldaña murió de una enfermedad natural en su residencia en las Lomas de Chapultepec en 1945, año en que cerró el hotel. Le sobrevivieron sus familiares, pero al parecer falleció intestado y el gobierno de aquel entonces lo embargó.
Cuenta otra historia que, como Saldaña era masón, en las noches realizaba rituales con sacrificios humanos y las almas de esos muertos ahora vagan sin descanso por los rincones del edificio.
Otra leyenda asegura que en los años setenta se perdió una niña de una guardería cercana y la encontraron muerta en uno de los pasillos del hotel. Nadie sabe cómo llegó ahí. Dicen que hasta hoy su espíritu sigue rondando el edificio y se le aparece a quienes se atreven a entrar. Si se animan a meterse al edificio, la van a localizar fácilmente porque viste de blanco, cuentan algunas personas.
De regreso tomé el Metro nuevamente en Niños Héroes/Poder Judicial de la CDMX pensando que ojalá algún día podamos desvelar todos los misterios que guarda el Hotel Posada del Sol.

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