Historias en el Metro: El misterio del huarache azul

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Ricardo Burgos Orozco

Hace unos días por la mañana viajé de la estación Zapata, de la Línea 12, hacia la estación Mixcoac. Por supuesto, pasé por 20 de Noviembre e Insurgentes hasta llegar a mi destino y transbordar a la Línea 7. Ya en el andén de Mixcoac, estaba esperando el siguiente tren cuando miré hacia las vías y ahí estaba abandonado un huarache azul, viejo y desgastado.

Como buen curioso que soy, empecé a preguntarme cómo habría llegado a caer un accesorio así. Ya no me dio tiempo de interrogar a los vigilantes porque llegó mi convoy, pero seguramente alguno sabría de qué manera alguien lo perdió, lo tiró, estaba jugando y se le cayó, lo traía en la mano junto con otras cosas y se le resbaló. Quién sabe. Así llegué a Barranca del Muerto, pero curiosamente, mientras trabajaba, no dejaba de preguntarme cómo llegó ese huarache a la zona de los durmientes -o más bien- entre los durmientes, porque ahí estaba y nadie le daba importancia. Hemos platicado en este espacio de los objetos que arrojan de repente los pasajeros a las vías del Metro. El año pasado, según las autoridades del Sistema de Transporte Colectivo, mil 228 objetos cayeron a las vías del tren: teléfonos celulares (en mayor número, por cierto), audífonos, bastones o muletas, lentes, carteras, documentos, paraguas, bolsas, joyas, objetos metálicos, mochilas, maletas, llaves, dinero, patinetas, herramientas, bocinas, balones, termos, medicina, ropa, tarjetas, libros, lapiceros, libros, globos metálicos y hasta almohadas, entre muchas cosas. Entre todas esas cosas también están los zapatos, pero en la lista que proporciona el Metro no están directamente los huaraches viejos como el que yo acababa de ver en las vías de la estación Mixcoac. Y además, sólo había uno, pero la lógica me señala que debía ser el par de ese tipo de calzado si a alguien se cayó.
Ojalá que algún día el Metro nos informe lo sucedido.

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