Gilberto Meza T

Cuando iniciaba la campaña para las elecciones de 2006, en el Periférico de la Ciudad de México, al igual que en otras importantes vías de la capital, empezaron a aparecer algunas leyendas, pintadas a brocha gorda, que expresaban el descontento de muchos votantes de entonces: ¡Que se vayan los pendejos y regresen los ladrones! ante la decepción social por el gobierno de Vicente Fox, quien perdió la gran oportunidad para enderezar nuestro país luego de 70 años de regímenes priistas.

Recordaba esa leyenda porque si bien es cierto que los priistas tenían fama de ladrones, los panistas la tenían de no sabían gobernar, pensaba una parte de la ciudadanía, algo así como le pasa hoy al gobierno morenista, pero peor, porque si bien llegaron al poder con la promesa de acabar con la corrupción, no sólo hicieron lo contrario, sino que además tampoco supieron gobernar.

Todo esto viene a colación porque hoy inician (20 de noviembre de 2023) las precampañas para las elecciones del 2024, un proceso viciado si hay alguno, y en el que se arriba a las precampañas con candidatos claramente definidos por todos los contendientes, por la prisa del Peje por ganar terreno en ese que la mayoría de los analistas coinciden en señalar como la especialidad del Fantasma de Palacio, es decir las elecciones.

Y para ello ha desplegado de manera subrepticia una especie de destino manifiesto que augura la invencibilidad de su movimiento. Pero no hay motivos para creer que así será, pues basta con mirar los resultados de su gobierno para darnos cuenta de su mentira.

Yo me resisto a adherir esa consigna, porque si bien es cierto que su partido ha ganado infinidad de elecciones, lo ha hecho bajo el signo de la imposición y el chantaje, no de la lucha política, del convencimiento a la ciudadanía. Y me digo ¿por qué tendría que ser diferente en este campo, con un gobierno indolente, corrupto e ineficaz en cada uno de los renglones de la gobernanza?

Porque lo que los ciudadanos vemos y las encuestan confirman es que el del Peje y su cuarta transformación es un gobierno que ha fracasado en cada uno de los temas de la agenda pública, con particular énfasis en la seguridad, la salud y la educación. Ha probado en cada caso su indolencia, improvisación y extravío, y los mexicanos lo sabemos, y ha intentado normalizar la violencia y el odio.

Lo peor de todo es que la candidata oficialista tampoco tiene proyecto, excepto seguir el discurso triunfalista que asegura la continuidad de un proyecto sin pies ni cabeza, con la apuesta puesta en la convicción que se enfrentarán, en las elecciones de 2024, con un pueblo agradecido. A lo que la oposición apuesta es a una ciudadanía indignada, y arrepentida de haberles dado su voto.

No hay espacio para eso que algunos psiquiatras llaman el síndrome del sádico y el masoquista. Queda poco tiempo para echarlos del poder y juzgarlos por sus crímenes.

A eso apostamos hoy que inician las precampañas. No esperaremos otros 70 años, como en el caso del viejo PRI, del que son herederos.

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