Miguel Tirado Rasso

mitirasso@yahoo.com.mx

La simple lectura de las encuestas,

que muestran a la candidata de Morena

lidereando la carrera desde el principio y

ser la más conocida, son consecuencia

de su largo tiempo de exposición.

Entrados ya en la legalidad o casi, del proceso electoral de 2024, la nota que destacan los medios y que manejan los equipos de las aspirantes a la Silla del Águila, es la ubicación de las candidatas, en el sentir popular, al arrancar el período oficial para su promoción. Esto es, qué tan parejo o distante están, una de la otra, cuando empiezan a contar los 150 días que la legislación autoriza para la búsqueda del voto electoral. 60 días, en el caso de la precampaña, a partir del 20 de noviembre, y 90 días, para la etapa de campaña, contados tras su registro ante la autoridad electoral, que deberá realizarse entre el 15 y 22 de febrero de 2024.

Por supuesto que lo señalado en el párrafo anterior, nada tiene que ver con la realidad que vivimos, porque desde hace un buen rato, alguien decidió que los plazos y etapas del proceso electoral no correspondían a las necesidades políticas de la Cuarta Transformación, y todo se adelantó.

A los 150 días que el legislador calculó como suficientes para una campaña presidencial, en atención a la conveniencia de recortar tiempos, por aquello de la distracción y el desgaste político y para buscar un ahorro al alto costo de nuestros procesos electorales, la 4T agregó, 867 días, si contamos a partir de la fecha en que el gran elector seleccionó y anunció a sus corcholatas, sus precandidatas presidenciales, el 5 de julio de 2021.

Desde entonces, la ahora candidata de Morena, Claudia Sheinbaum, inició, ciertamente, de manera algo discreta, actividades relacionadas con su aspiración presidencial, en una especie de precampaña interna, que se fue haciendo cada vez más intensa, abierta y evidente. Y es que, los tiempos electorales de Morena para la candidatura a la Presidencia del país, avanzaban rápido y muy distante de lo ordenado por la ley.

El pasado lunes, el periódico El Universal, publicó la encuesta en vivienda de Buendía & Márquez que registra las preferencias electorales de las candidatas únicas, Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez, de las alianzas Juntos Haremos Historia y Frente Amplio por México, respectivamente, y del candidato de MC, Samuel García, en el arranque, disparejo, por cierto, del período de precampaña, con el encabezado, “Inicia Sheinbaum con amplia ventaja”. Si hoy fueran las elecciones, 48 por ciento votaría por la doctora, contra 24 que lo haría por la exsenadora y 8 por ciento, por el gobernador de Nuevo León. De acuerdo con esta encuesta, 75 por ciento reconocen a la de Morena, mientras que sólo 48 por ciento, reconocen a la hidalguense y 49 por ciento al de Nuevo León.

Esta misma encuestadora publicó, hace dos meses, otro estudio en el que Sheinbaum aparecía con una intención del voto favorable de 50 por ciento contra 30 por ciento de Xóchitl. De acuerdo con estos números, la candidata de Morena perdió 2 puntos en la preferencia del voto y la del FAM, 6. Esto significa que ambas deben preocuparse porque en vez de mejorar, están perdiendo simpatizantes.

Como lo hemos comentado antes, la diferencia en la intención del voto y en el reconocimiento de las candidatas que se lee en las encuestas, ni siquiera resulta proporcional a los tiempos de exposición de las candidatas. Tras más de dos años de “no campaña” de la candidata oficial, recorriendo el país, y miles de espectaculares, carteleras y bardas con pintas alusivas a su candidatura, a lo largo y ancho de la República, parecería que ha llegado a su tope en las preferencias electorales. Llevarle una ventaja de sólo 20 puntos a su competidora, que apenas hace seis meses saltó al escenario electoral, no es como para presumir.

Cada vez más, en el juego de percepciones, las encuestas tienen un papel más destacado. Sin cuestionar, porque la intensidad de activismo político electoral de Morena ha opacado a la oposición, los resultados publicados por las encuestas reflejan una ventaja lógica que favorece a la candidata oficial. Pero sería demasiado aventurado suponer que, con esos datos, el resultado ya está definido.

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